Historia
de la máquina de escribir
La historia de la máquina
de escribir nos demuestra, cómo un solo ingenio puede revolucionar la
divulgación y el conocimiento del ser humano, pero, quizás no conoces quién inventó la máquina de
escribir.
Quién inventó la máquina
de escribir
Al igual que sucede con otros inventos,
saber quién
inventó la máquina de escribir resulta un tanto complejo. Los
historiadores no acaban de ponerse de acuerdo en este punto, ya que fueron
varios los intentos e inventores necesarios para que pudiera ver la luz la primera máquina de
escribir de la historia.
Una vez dicho esto, la persona con el que
coinciden más expertos como el inventor de la máquina de escribir es
Pellegrino Turri en el año 1.808. Un mecánico italiano que
es considerado uno de los personajes primeros en desarrollar este ingenio.
Pellegrino Turri pretendía diseñar y
construir un dispositivo con el que las personas ciegas pudieran escribir con
facilidad. Algo en lo que también coincidió con otros inventores de la misma
época. A él también se le otorga la
invención del papel de calco.
No obstante, se conoce que existieron
previamente más de 60 intentos o prototipos de máquinas de escribir. Un
ejemplo lo tenemos en el modelo creado por el inglés Henry Mill (1683-1771) en
el 1.714, del que solo se
conserva parte de la patente de la máquina de escribir y un escrito de la
reina Ana de Inglaterra que dice:
“El señor Mills nos ha comunicado el
invento de una máquina para imprimir letras, unas junto a otras o por separado,
mediante dicho invento se puede plasmar en papel un escrito de forma tan pulcra
que no se puede diferenciar de la imprenta”.
Del mismo modo, después del invento de
Turri, en el año 1.829 surgió el tipógrafo, un invento del
norteamericano William Austin Burt (1792-1858). Este
ingenio, aunque fuera posterior, es considerado por muchos expertos la primera máquina de escribir
moderna.
Cuándo se inventó la
máquina de escribir
Obviamente, sucede lo mismo que en el punto
anterior si quieres conocer en qué año se inventó la máquina de escribir. Si se toma como
referencia el invento de Turri como el primero
suficientemente documentado, la invención de la máquina de escribir fue en el año 1.808.
Lo mismo sucede con el invento de Henry Mill, pero verdaderamente
existe muy poca documentación y referencias al respecto. Aunque, como no, forma
parte de la historia de la máquina de escribir y se inventó y patentó en el
año 1.714.
Del mismo modo, el denominado tipógrafo del americano William Austin Burt fue inventado en el año 1.829. Desgraciadamente,
al no haber en aquella época nadie interesado en esta patente, nunca llegó a
comercializarse.
Origen de la máquina de
escribir
El origen de la máquina de escribir lo
encontramos en el año 1.714, cuando el británico Henry Mill presenta una
patente inglesa que indica: «un método artificial de transcripción de letras o
impresión, de manera progresiva o separada. De tal modo un escrito puede
reproducirse sobre un pergamino o un papel». Por desgracia, no queda rastro
alguno de este artilugio excepto la patente de Henry Mill.
Pocos años después, varios inventores proponen
procedimientos primitivos de escritura mecánica, tales como Friederich von Knaus (1753- 1760), Graf von Neipperg (1762), Pingeron (1780), Louis Jacquet (hacia 1780)
y L’Hermina (1784). Sin
embargo, los sistemas que desarrollan aún siguen ligados a la escritura manuscrita. Por ejemplo, Von Neipperg presenta un sistema
de guía de la mano que permite mantener una buena alineación de la caligrafía.
De hecho, las primeras máquinas de escribir
dignas de ese nombre datan de principios del siglo XIX, y son la obra de los
italianos Pellegrino Turri (1808) y Pietro Conti (1823), aunque tampoco queda
de ella prácticamente ningún vestigio. Varias máquinas, como las de Pingeron,
de Jacquet y de Turri, están concebidas para ciegos: la máquina de escribir
tiene, en su origen, una función filantrópica.
La invención de la máquina de escribir,
marca una fecha importante en la historia de las comunicaciones y de las
relaciones sociales. En especial, tiene por consecuencia dar a la mujer de
los siglos
XIX y XX un
empleo en sociedad aceptado, y de permitirle acceder al mundo de los negocios.
La búsqueda de procedimientos mecánicos de
escritura, corresponde al estado de sociedades que requieren acelerar las
comunicaciones frenadas por la actividad manuscrita de los copistas y dar un
carácter a la vez más oficial y más impersonal a las directivas comerciales y
políticas. Es el sello de sociedades en vías de burocratización. Por lo tanto,
no es sorprendente que los primeros intentos daten del siglo XIX, en el que
emergen los estados burocráticos de tipo moderno.
Evolución de la máquina
de escribir
De hecho, la máquina de escribir no fue
necesidad sentida; ni lo largo del siglo XVIII ni siquiera a
principios del XIX se pensaba en ella como sustituto de la pluma. La pericia de
los amanuenses, capaces de escribir con hermosa letra y rapidez casi
taquigráfica la hacía innecesaria.
Napoleón admiraba la
habilidad de sus secretarios, alababa a sus escribanos Bourrienne y Meneval, de
quienes decía: “Son máquinas de escribir”; a menudo los retaba a escribir tan
rápido como él dictaba, y nunca consiguió ganarles. Parece, que la primera persona en
utilizar una máquina de escribir fue la condesa italiana Carolina
Fantoni en 1.808. La condesa era ciega y el inventor Pellegrino Turri construyó
para ella un artefacto con el que podía escribir sin tener que confiar sus
secretos a nadie, ya que sus cartas de amor eran de tono subido.
Poco después el barón Karl von Drais (1785-1851), que
había también inventado un tipo de
bicicleta que lleva su nombre, inventó lo que él llamó
el piano
de escritura rápida: cuatro palancas que escribían dieciséis letras,
suprimiendo las que él creía redundantes, unificando sonidos.
Otra máquina de escribir fue patentada por
el norteamericano William Austin Burt en 1.829 con el nombre de
tipógrafo:
un artilugio inútil ya que había que pasar el papel a mano porque carecía de dispositivo para
correr el papel tras escribir la letra.
Poco después, en el año 1.833, el francés
de Marsella Xavier Progin creó un artilugio que llamó machine
criptographique o pluma critográfica del que decía:
“Escribe tan rápido como una persona con su pluma”. Estaba dotada de 66
palancas articuladas dispuestas de manera circular, que percuten sobre una hoja
de papel.
El italiano Giuseppe Ravizza perfecciona
este dispositivo en su máquina de 1.837, el Cembelo scrivatto, que comienza a difundir
hacia 1.855 La máquina de Ravizza es rápida, práctica, y utiliza por primera
vez una cinta entintado.
De 1.838 a 1.870, numerosas innovaciones se
suceden, tales como la alimentación de hojas mediante un rodillo o el sistema
de escape para permitir el espaciamiento entre las letras. Todo aquello no era
sino una colección de trastos de ninguna utilidad práctica. Fueron los
estadounidenses Cristóbal N. Sholes y su ayudante Carlos Glidden de Wisconsin, los
que idearon un modelo de máquina de escribir aceptable.
El artilugio se le ocurrió a Glidden por
casualidad; al principio buscaban un modo mecánico de numerar las páginas de
libros, una paginadora, y cuando lo lograron Glidden pensó que por qué no
escribir también letras. Así nació el primer modelo.
La máquina de Sholes era un armatoste de
madera al que llamaron el piano literario. Solo tenía letras
mayúsculas, y para cambiar a minúsculas fue necesario añadir más tarde una
tecla de conmutación; también se pensó —y llegó a realizarse— en una solución
bizarra: una máquina para mayúsculas y otra para minúsculas.
Cuando el artefacto fue presentado a la
Exposición del primer centenario de la
Independencia de Estados Unidos en 1876, no llamó la atención;
pasó inadvertida porque tuvo la desgracia de tener al lado otro invento
notable: el teléfono de Graham Bell.
Pero volvamos a nuestra historia. La patente
fue vendida por Sholes y Glidden por 12.000 dólares a dos hombres de negocios:
James Densmore y George W. Newton Yost, que contactaron con la Remington Fire
Arms Company, fabricantes de armas de fuego que también comercializaban
las máquinas
de coser.
En 1.873, la compañía se comprometió
a fabricar
máquinas de escribir para alquilar. Fabricó unos cuantos centenares de
unidades y comenzó su pingüe negocio. La Remington creó más de 300
modelos, hasta dar con uno cuyo teclado era parecido al actual; lo único que ha variado
entre aquellos modelos y los de hoy es la disposición de las letras.
Para evitar atascos de dedos en el teclado
se había diseminado de forma ilógica el alfabeto, de modo que las letras que
suelen ir juntas en la escritura estaban distanciadas en el teclado. Aunque
Sholes se desentendió de su invento se sentía tan contento que escribió en una
de sus últimas cartas: “Es sin duda una bendición para la Humanidad, y
en especial, para las mujeres. Me alegro de haber tenido parte en ello. Hice
algo mejor de lo que pensaba, y el mundo se beneficia”.
Tenía motivos para enorgullecerse: la máquina de escribir
había dado lugar a un oficio nuevo, acaparado enseguida por las
mujeres: la
dactilografía.
Se veía como ocupación distinguida y digna,
elegante e incluso chic para las mujeres de la clase media que
podían acceder así al mundo laboral e independizarse, en un momento de la
Historia en el que la liberación de la mujer, el sufragio femenino y el
feminismo en general levantaban oleadas de entusiasmo en Europa.
Una innovación importante tuvo lugar en
1.889. La máquina de escribir portátil, llamada por su inventor
norteamericano la Blick. Abreviatura de George Blickensderfer, que la transportaba
dentro de una maleta.
Historia de la máquina de
escribir eléctrica
La máquina de escribir eléctrica, fue la que
revolucionaría aquel mundo en 1.871. Thomas
Alva Edison, con su Edison Electric, intentó aprovechar la
electricidad en una máquina de escribir que resolviera el problema de la dureza
del teclado, pero no tuvo éxito.
Tampoco lo tuvo el danés Malling Hansen por aquellas
fechas, aunque su máquina de escribir eléctrica fue la primera en ser
comercializada. El intento de Edison era meritorio, dejaba atrás a
la máquina
de escribir de madera creada por el tirolés Peter Mitterhofer, pero era igualmente
impracticable. Por cierto, debes saber que la disposición de las teclas no
siempre ha sido como la actual. El que utilizamos ahora se llama teclado QWERTY.
La primera máquina de escribir eléctrica útil,
data de 1.901:
la creó el médico norteamericano Thomas Cahill, pero la sociedad
formada para su fabricación y venta quebró tras haber fabricado cuarenta
unidades, cada una de las cuales se vendió a precios astronómicos: 3.925
dólares.
Un año después la firma norteamericana
George Blickensderfer, creó su máquina eléctrica, aunque sin constituir una
solución definitiva. En 1.933 retomó y mejoró la idea R.G. Thomson,
creador de la Electromatic, comercializada por IBM, que en 1.965 lanzaría la
primera máquina de escribir electrónica con memoria y banda magnética, la 72BM, hoy pieza de museo.
A estas innovaciones siguieron la
implantación en 1.978 de la margarita por Olivetti y Casio, máquinas dotadas de
memoria. Y en 1.984 la japonesa Matsushita irrumpió en el
mercado con una novedad revolucionaria: La máquina que sustituía el
teclado por una hoja táctil: se escribe a mano sobre una pantalla.
Pero de pocas cosas creadas por la ciencia y la inventiva puede decirse frase
tan amarga como ésta: «No tiene futuro».
La máquina de escribir ha hundido ya su
proa en el pasado; es Historia. Su fin llegó de repente, fue fulminante. Cuando
parecía que ya no era posible llegar más lejos, en ese momento justo llegó su
condena a muerte: el ordenador o computadora. Nuestro cotidiano PC,
abreviatura del sintagma inglés personal computer, era su verdugo.
Hay quien se aferra a las viejas máquinas en actitud romántica de fidelidad
extrema; pero es ya solo un culto al pasado.
La fabricación en serie
Sin embargo, la primera gran realización
práctica, que incorpora lo esencial de las innovaciones precedentes, es la obra
colectiva de Christopher Latham Sholes, Carlos Clidden y Samuel Soulé, entre
1.867 y 1.868.
Su modelo es perfeccionado de 1.868 a 1.872,
después de una serie de pruebas organizadas por el hombre de negocios James
Densmore, quien, luego, contacta con el fabricante de armas estadounidense
Remington. Éste acepta fabricar el modelo en serie en 1873. La Shoks &
Ghdden, es la primera máquina de escribir en ser comercializada a
gran escala,
bajo el nombre de Remington Model I, y abre el camino al
auge de la dactilografía moderna.
Durante un siglo, la máquina de escribir
conoce varias transformaciones que mejoran tanto la calidad del trabajo (con la
máquina eléctrica que uniforma el golpe), como su manualidad (con la máquina
transportable) y, finalmente, su modo de utilización (con la máquina IBM con
margarita, en 1.961, que permite cambiar de caracteres). Sin embargo, su
reinado llega a su fin con la revolución informática y los procesadores de
texto.
Grandes modelos de
máquinas de escribir de la historia
Máquinas de escribir con percutores
- Ravizza – 1.855
- Sholes – 1.867
- Sholes & Glidden – 1.873
- Remington 2 – 1.877
- Yost – 1.887 (escritura ciega)
- Franklin – 1.887
- Daugherty – 1.890 (semífrontal)
- Fitch – 1.891 (tecleo por
encima)
- North – 1.892 (semivisible)
- Underwood – 1.896
- Remington 7 – 1.897
- Ideal – 1.900 (visible)
- Continental – 1.904
- Royal – 1.907
- Imperial – 1.908
- Remington 10 – 1.908
- Smith Premier 10 – 1.908
(frontal)
- Olivetti M 1 – 1.911 (visible)
- Perkeo – 1.912
- Remington transportable – 1.919
- Olivetti M 20 – 1.920
- Invieta – 1.921
- Olivetti M 40 – 1.931
Máquinas de escribir eléctricas
- Edison – 1.872
- IBM Selectric – 1961
- Remington Electri-conomy – 1950
Máquinas de escribir de
tecleo radial
- Writlngball – 1.870 (de matriz)
- Empire – 1.892
- Lambert – 1.896
- Adler – 1.899 (de barra radial)
- Kanzler – 1.903
- Noiseless – 1.914
Máquinas de escribir de
elementos intercambiables
- Máquina de
escribir de cilindro Crandall – 1.879
- Máquina de
escribir de canilla Hammond – 1.881
- Máquina de
escribir de rueda Columbia – 1.883
- Máquina de
escribir de rueda Chicago – 1890
- Máquina de
escribir de barrilete Dactyle – 1.893
- Máquina de
escribir de barrilete Helios – 1.908
- Máquina de
escribir de margarita IBM – 1.961
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Fuentes y bibliografía